Xavier Dolan, joven promesa

Conocido como el enfant terrible del séptimo arte, Xavier Dolan, oriundo de Montreal, es un director en boga. A sus 26 años, el cineasta es alabado y censurado a partes iguales. Sus defensores admiran su estilo lleno de sensibilidad y exuberancia. Por el contrario, sus detractores lo juzgan narcisista y pretencioso.

Inició su ascenso vertiginoso con su debut a la temprana edad de 19 años, cuando Yo maté a mi madre se estrenó en el prestigioso Festival de Cannes en 2009. En ella, narra la relación visceral de amor-odio entre una madre y su hijo. Un año después se estrenó Los amores imaginarios. Esta cinta, caracterizada por una estética y tonalidades pulcras, presenta a dos amigos que se enfrentan tras la llegada de un tercero en discordia del que ambos se enamoran perdidamente. Le siguió Laurence Anyways, un emotivo relato de cambio de sexo. Más tarde, llegó a los cines Tom à la ferme, su única película que se aleja del drama familiar hacia el suspense al más puro estilo Hitchcock. En ella, un joven se enfrenta a la madre de su fallecido novio, que no tenía conocimiento de su vínculo amoroso.

Finalmente, en 2014, nació Mommy, la que tal vez sea su obra más redonda y gracias a la cual ha alcanzado su madurez directiva. Aquí expone una historia similar a la de su ópera prima, ya que los problemas maternofiliales, debido a su carácter autobiográfico, son un tema recurrente en todas sus creaciones. Gracias a su última película, Xavier Dolan se afianzó como uno de los máximos representantes del cine canadiense.

En el apartado técnico destacan en sus filmes, por un lado, una elección musical sublime, desde himnos de los noventa como «Enjoy the Silence» de Depeche Mode hasta compositores clásicos como Bach, por otro, un vestuario vintage y colorido. Aunque su aspecto más llamativo quizás sea el innovador uso que hace de la cámara como en Mommy donde el formato es de 1:1, en vez de los tradicionales 4:3 y 16:9, o en Yo maté a mi madre, en la que los personajes aparecen a un extremo del plano. Por último, entre las principales fuentes de las que bebe el cineasta se encuentran Almodóvar, Gus Van Sant, Wong Kar-Wai y la «Nouvelle Vague».

Sin embargo, a pesar de que Dolan pueda conquistarnos por su atractivo visual y superficie -no olvidemos que el cine es imagen ante todo- jamás desatiende el guión. En él, crea unos personajes tridimensionales rebosantes de incoherencia, a la vez que egocéntricos, extravagantes e incluso excesivos. Todo ello, lejos de descalificarlos, los hace más humanos. Porque el joven director ansía al fin y al cabo mostrarnos al ser humano sin tapujos.

Las relaciones suelen definirse por la incomunicación, junto a la soledad y carencias afectivas de sus protagonistas que desean encontrar su propio espacio en un mundo asfixiante, que obstaculiza su conocimiento y desarrollo personal. Por ello, abandonando nuestras reticencias iniciales, descubrimos más puntos en común con ellos de los que nos atreveríamos a admitir. Además, fiel a sus actores, aparecen con frecuencia en sus obras Anna Dorval, Suzanne Clément y Niels Schneider.

En conclusión, Xavier Dolan es una joven promesa del cine actual y la voz de la nueva generación. Solo esperamos que siga obsequiándonos con largometrajes de extraordinaria calidad muchos años más. En el horizonte tenemos Juste La Fin Du Monde que cuenta con estrellas de la talla de Marion Cotillard y Léa Seydoux, así como The Death and Life of John F. Donovan, su primera película de habla inglesa, protagonizada por Kit Harington y Jessica Chastain.

Cristina Santiburcio Vicente

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